¡Mira, chico, debes tener paciencia!
–me dice mientras aprieta cada vez más su pie
contra mi cuello.
¡Mira, chico, debes tener paciencia y no moverte tanto
pues cada vez me encuentro
más a disgusto contigo!
Mi pie no consigue inmovilizarte
y es un vaivén continuo que impide que piense con tranquilidad
para seguir pensando.
Ten un poco de paciencia y verás como salgo de ésta
y puedo dar con la solución a mi problema.
¡No te lo repito más! Tú estás incómodo
pero no menos que yo
pues tengo que dar con una respuesta a mi problema
mientras tú estás ahí
bajo mi pie,
tirado en el suelo,
sin nada que
hacer,
nada más que desembarazarte de un peso que te aturde
como si fueras un insecto.
¡Deja que piense y no te muevas tanto!
No hagas que todo se ponga más difícil.
(Sobre un texto de Gustavo Gonzalo, del colectivo Funfanfarria).
No hay comentarios:
Publicar un comentario