domingo, junio 16, 2013

Emily Dickinson apareció en mi sueño y era sumamente guapa e interesante

Os voy a contar mi sueño,
pero no me despertéis.

Caminaba por la calle de mi Infancia
sobre aquel pavimento de loseta gris,
(algo así como si se tratase de un Tàpies)
ligeramente hendido, de 1 metro cuadrado
a   p  r  o  x   i   m   a   d   a   m   e   n   t   e
Al fondo aprecié el rostro
serio concentrado meditando
de la gran Emily.
Sentí: miedo.
No lo niego,
pero seguí avanzando hacia ella.
Iba vestida como la suelo recordar en las fotografias.
De hecho una aura sepia la precedía.
Un gris fugaz de plata.
Me percaté también de que había sustituido su rostro
por el de una compañera de facultad para tranquilizarme.
Se detuvo y me preguntó cuando nos encontrábamos frente a frente:
"¿Es verdad que se encuentra el Códice Calixtino en la exposición?".
Un poco guasón y, por tanto, mucho más tranquilo, le respondí:
"¡Me encanta que me haga esa pregunta!".
Por lo que ella decidió seguir su camino, sobrepasándome.
Cuando ya me había dado la espalda le dije:
"Aún guardan las doce piezas en pequeñas cajas iguales que contienen el Códice Calixtino. Eso dicen".
Entonces se volvió a girar y continuo caminando junto a mí. Los dos de camino a la exposición.

(La imagen ha sido extraída de AQUÍ).

1 comentario:

mareva mayo dijo...

se siente el "garjeo" de las abejas
clavando esa puerta que juraría que la entrelínea se olvidó de cerrar