miércoles, diciembre 18, 2013

El pobrecito hablador

No soy músico. No, lo soy. Es más, no tengo ni pajolera idea de tocar un instrumento y mira que lo siento. Siempre he tenido respeto por los músicos. Es más, siempre me ha gustado juntarme más con músicos que con poetas. Será que son más nocturnas aves los primeros... Desde pequeño me gustaba ir al Retiro a escuchar a los humoristas, a ver a los funambulistas, payasos o tragasables, y, por supuesto, a los músicos. Ahí vi por primera vez a Javier Álvarez, por ejemplo. También me viene a la memoria ahora aquel hombre negro que tocaba el saxo al principio de la calle Preciados. Ráfagas de jazz que siempre hacían que me detuviera y escuchara. Sí, realmente me gustaba. Era bueno. Una corriente eléctrica, un estallido, tas, tas y tas. Y ahora, ¿qué? ¿Qué se supone que era eso? Unos meses después me enteré de que era un profesional, un grande del jazz pero un absoluto outsider, vamos, que pasaba del rollo mercantilista de la música, y que tocaba donde le venía en gana y para aquel que le quisiera escuchar, y que había fallecido. Salía en los periódicos y contaban su vida. Lo que un periódico puede contar de un tipo así, claro. Bueno, echo de menos a aquel tipo. Sí, le echo de menos porque disfrutaba de la manera en que sorprendía. Así es. Y me gustaba como era capaz de susurrar y gritar al oído su música, su espasmo que bien podría ser un salmo.

Pero no, esto no es para hablar de la gente del Retiro ni de aquel jazzman que tocaba en la puta calle. Quiero hablar sobre el examen a los músicos callejeros, y lo que quiero decir es que me parece una soberana mierda y un insulto a la "libertad" para estar en la calle. ¿Quién decide si tocas bien o mal si lo vas a hacer en la calle? Me parece ridículo. Sí, ya, el descanso de los vecinos y toda esa vaina. Pues si "molestan" existen otras maneras de actuar. Si yo realizo diferentes sonidos por la calle puede venir cualquiera o la autoridad y decírmelo... Pero volviendo a lo anterior, lo que creo que deberían haber hecho los músicos callejeros es haber pasado "olímpicamente" de la jetaza de esa señora que ocupa un puesto que ni siquiera tiene legitimidad para desempeñarlo y que quiere dar un papelito a cada uno de los "aprobados" para que toquen en la calle. Todo un ejemplo de bonohomía y buen gobierno. Te agradecemos que nos "apruebes", que nos bendigues y nos mendigues, que nos recibas... ¡¡Oh, Alcaldesa!!
Pero, sí, es evidente. ¿Cómo se van a plantar los músicos y van a pasar de esa normativa? ¿cómo se unen personas que seguramente (alguno sí, supongo, o eso vi en un documental hace unos meses) ni se conocen o hablan el mismo idioma? Realmente, me parece un broma, una jodida broma para incautos que piensan que así podrán tocar en la calle cuando es JUSTAMENTE lo contrario. ¿Cuántas licencias van a dar? ¿Por cuánto tiempo? ¿A qué se ajusta el tiempo y el número de licencias? ¿Cuántos músicos hay en Madrid? ¿Y moviéndose por Expaña o por el mundo y que tocan un día aquí o una semana y se largan? ¿Si se juntan todos en la calle Preciados en el mismo tiempo y en el mismo lugar y tocan cada uno lo suyo es imposible que se callen porque tienen su licencia, su permiso, su visto bueno por la nuestra Magnífica Alcaldesa, loor y siempre loor? Porque viven en la calle, o en pensiones de mala muerte, o debajo de un puente o están atravesando una mala racha o simplemente les apetece tocar en la calle porque quieren ver las expresiones de las gentes, sentir sus miradas...
Qué puta manía de fiscalizarlo todo, de "ordenarlo" todo, de justificarlo, de tragarse, numerar, etiquetar, DE JODERLO TODO. Incluso a los elementos consuetudinarios que acontecen en la rúa. He dicho.

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