lunes, julio 28, 2014

Camilo y el voto. Recuerdos de los '80

Camilo llega al colegio electoral. En su cabeza aparecen ciertas imágenes que aventuran su nuevo encuentro con la maquinaria del voto. Quiere votar esta vez. Va a votar a un partido pequeño. Desde hace más de 20 años no ejerce su derecho al voto. Mucha gente se ha partido la cara en este país para conseguir ese derecho. Él prefiere seguir "partiéndose" la cara en la calle, pero esta vez se ha dado cuenta de que aunque tenga que sancionar este sistema injusto, tendrá que votar. Se refiere a la ley electoral y a que sabe, a ciencia cierta, que aun teniendo el poder un partido político, el Gobierno de su nación puede hacer luego lo que le plazca, y si el pueblo se pone de uñas, palo y represión... así ha ocurrido hasta ahora. Pero Camilo irá con una pinza de la ropa puesta en la nariz. Quiere llegar al umbral del colegio electoral y colocarse la pinza en ese momento. Quiere pasar vergüenza, quiere que ese poli le vea y se extrañe, quiere que el gesto sea violento para él y para los demás. Quiere molestar y molestarse. Va a votar.

Llega con la pinza, una pinza de la ropa en su bolsillo de su pantalón corto. Camilo no votó la Constitución. No llegó por poco, apenas por un par. Quería democracia pero no este tufo a Iglesia, a componenda bipartidista, a que gobiernen los mismos de siempre, y desde siempre. Camilo leía el Interviú en los 80. Las tías en pelota... le encantaba deshojar aquellas tías, digo, disculpen, le encantaba deshojar aquellas revistas y arrojar todos esos cuerpos desnudos en los descampados a las afueras de la ciudad, lo que luego se convirtió en edificios y en especulación y en historias de protección oficial las menos.. Entre las montañas de basura y cascotes, entre pilas y pilas de hierros retorcidos y montículos de ladrillos y plásticos de la obra y sacos donde las letras han perdido su impronta y ropa vieja destrozada, remetida en la tierra, aparecían como mariposas aquellos cuerpos desnudos, aquellos coños bien peludos, aquellas hermosas tetas y culos y pollas enormes y aquellos cuerpos peludos traqueteando, bombeando, insinuándose no, mostrándose, bien abiertas de patas con aquellos rostros desencajados... Camilo arrancaba aquellas páginas de aquella revista e iba sembrando a diestra y a siniestra con el grano de aquellas hojas, coños, pollas, culos, bocas, sexos, iba sembrando para que los muchachos al salir de clase, en aquellos no-lugares, lugares de paso o de pellas, de faltar a clase y toda esa historia, aquellos chicos se encontrasen con todo ese material, dedos húmedos, rostros desencajados, tíos bombeando... Creo que no era aquella revista que has dicho, ¡pero qué mas da, joder!, las fotonovelas aquellas donde todo el mundo follaba por delante y por detrás, no sé si te acuerdas, joder, Camilo, recuérdalo, bim, bam, bum, tran, trun, nuestra jodida educación sexual de aquellos años, nuestra forma de ver el puto sexo, joder, Camilo, estábamos bien jodidos con toda esa mierda, nuestros hermanos suicidándose con la puta droga porque nadie decía nada que si el SIDA, que si los maricones, que si habría que matar a todos los putos yonquis esos, las jeringuillas esparcidas por toda la Casa de Campo y la peña matándose con la aguja, con la puta heroína porque los que tenían que decir algo, los que tenían que informar se callaban como putas no sé por qué, sí, nadie quería contarnos nada de las relaciones sexuales, era tabú, nadie quería hablar de drogas, porque era tabú, fumarte un porro era meterte en la heroína de cabeza y la Iglesia (la grande no la pequeñita, la de barrio obrero, la de a pie de calle, la de vamos a meterles caña a los de arriba, a plantarnos...) ocultando todo aquello, ocultando tetas y culos y pollas y coños peludos detrás del altar, guardándolo todo en relicarios de oro registrando y la poli dando por culo todo el santo día a los chicos sin trabajo, el padre dándoles hostias a diestro y a siniestro por cualquier gilipollez, él también sembraba miedo, terror, mierda, sólo tenías ganas de matarte, Camilo, lo sé, ganas de acabar con esos años 80 de mierda y de frustración continua...
Pero lo que leía Camilo en aquella revista eran las primeras basuras políticas de este país. Iban poco a poco jodiendo el sistema, iban descubriendo las miserias de unos cuantos (curiosamente, la gran parte provinentes de aquellos muy pocos del pasado franquismo, y con los otros, los nuevos ricos) que afectaban a unos muchos pero todo estaba tranquilo, por ahora. Camilo leía el Interviú y leía otras revistas que se arriesgaban siempre, en el alambre, el vacío... ahora va a votar. Ha decidido dejar a un lado los problemas, los recuerdos, la basura de la democracia, las denuncias por ir a una manifa, por jugarse el pellejo corriendo o escondiéndose de la bofia, y tal. Ha decidido no acordarse de nada e ir a votar. Ha decidido tragarse los recuerdos, de cómo, de qué, sí, ¿te acuerdas en aquel año que hizo, que se descubrió todo aquello y todos se empeñaron en ocultar, los jueces y tal? ¿Te acuerdas? ¿Verdad que no? Camilo solo se acuerda de aquellas revistas porno, aquellas revistas mutiladas, aquel miedo al sexo, a las drogas, al padre, a no saber ser alguien. Camilo descansaba con su pantalón corto, con su sonrisa boba en aquel montículo. Imaginándose algo muy lejos. No, demasiado lejos. Sabía que nunca llegaría a nada, y ahora se dirigía a votar.
Atraviesa la calle. Contempla como salen de allí unos jóvenes. Cómo se acerca una señora octogenaria con su bastón. Lenta y constante. La gente no tiene ganas de sonreír. Ahí dentro... comienza a rodear el colegío que ocupa toda una manzana. Evita la puerta principal. Llega a la puerta de atrás y se para para leer un cartel en el que pone que aquellas personas con movilidad reducida tienen una entrada habilitada. Contempla cómo otra señora llega a dicha puerta de atrás y entra. Pro Camilo sigue andando y alejándose de allí. Sigue andando, caminando, huyendo. Cruza una carretera, otra, y otra más. Seguirá en la calle. Parece como si algo muy profundo y extraño se hubiera interpuesto entre él y el lugar en el que debía votar. Algo que no... que no... En fin. No sabe. La próxima vez. Acaban de cerrar los colegios electorales y sigue en la calle. No cambia nada. Todo sigue igual. Parece que se ha levantado un poco de aire.

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