martes, julio 15, 2014

Nos quitan el trabajo

Por si fuera poco aún me queda una cosa por decir. No entiendo a aquellos tíos que insisten en cacarear que los inmigrantes nos quitan el trabajo. Parece ser que o bien no viajan en autobús por las mañanas o en cualquier otro transporte público o es que están ciegos y que, por tanto (y más por tontos), nunca han llegado al meollo del problema pues no son los inmigrantes los que nos "quitan" el trabajo sino las mujeres. Sí, así es, han oído bien. ¿No se han dado cuenta de la cantidad de mujeres que abarrotan los transportes públicos todas las mañana laborables (e imagino que las no laborables también)? ¿No se han percatado que la proporción en ocasiones alcanza 8 a 1? Pero bueno, ¿qué clase de observadores son esos personajes que van pregonando tal infundio? ¡Ni más ni menos que son las féminas las que se encargan de mover este mundo (o por lo menos por lo que a mí compete)! ¡Joder!, ¡tampoco es tan difícil darse cuenta! E incluso si me apuran, porque esto lo comprobé personalmente después de haberme apeado, si se colocan en un buen cruce de carretera, en una buena avenida, ¡verán que la mayoría de los automóviles los conducen las mujeres! Eso sí, los puestos directivos los ocupan los hombres... pero tiempo al tiempo. ¡Que sigan rascándose las pelotas, que sigan atusándose los pelos de los sobacos o mirándose lo bien que le queda la punta de sus zapatos o que acaben a gusto la cerveza mientras contemplan otro aburrido partido de cualquier deporte masculino (por cierto, masculino, siempre masculino) u otra carrera desenfrenada hasta otro punto absurdo... siga por ahí, caballero, dentro de poco serán, por fin, las amas del mundo y nos tendrán a su entero y despiadado servicio. La venganza será terrible, ¡lo aseguro!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Luego lo he comprobado en muchos poetas que quieren escribir en español poesía y logran escribir prosa" Queremos sus nombres, sus nombres en un grano de arroz, mójate. Te escribo desde este puesto juvenil asignado, BPJ003. Quién soy?. Sáltate el anuncio. Ahora me dedico al tráfico de tupperware. Hablas de las mujeres como si fueran un lobby y quién teme al lobby feroz?. Has leído Orlando de Virginia Wolf?. Hay un pasaje donde cuenta cómo el embajador inglés sale en bombachos de Constantinopla a lomos de un burro y acompañado por un zíngaro. Surgirá un nuevo ritmo cuando tus manos se unan al cerebelo cardiopaupérrimo, va por plata de ley. A cuánto está el quilate?. A los diez freuds de estrés, soy más de Jung. Lentes redondas, pantalones negros, bikini malva. Demasiadas respuestas sin cuestionar quedan diáfanas en el traqueteo del vagón a las 8. Volverá Mecano. Vendrá la pelona y tendrá tus alhajas. El subconsciente me delata. El bangla me da lata. Abrazo.

alf ölson dijo...

Alguien ha respondido a mis plegarias. Alabado seas, ¡oh, tú!. "Mójate", me dices. El que quiera peces que se moje el cucu, digo, pero yo no quiero peces, yo lo quiero al horno, en salsa, a las finas hierbas... lo haré, juro que lo haré. Ya va siendo hora. Creo que hace falta un poco de crítica aquí, que hemos perdido las buenas y enriquecedoras por la diplomacia y el Corte Inglés. Me uno a ese abrazo.