miércoles, octubre 21, 2015

La vieja mentira

Sidney Keyes (1922-Muerto en acción, Campaña de Túnez, 1943)

Poeta de guerra

Yo soy el hombre que buscaba la paz y encontró
en sus ojos alambradas.
Soy el hombre que buscaba las palabras y encontró
una flecha en su mano.
Soy el arquitecto cuyos robustos muros rodean
arenas movedizas.
Cuando enferme o enloquezca
no os burléis de mí, ni encadenadme:
no me derribéis
cuando marche con el viento:
aunque mi rostro sea un libro quemado
y una villa devastada.


Wilfred Edward Salter Owen (18 de marzo de 1893 - Muerto en acción, Canal Sambre-Oise, el 4 de noviembre de 1918). Cayó abatido durante el cruce del Canal Sambre-Oise apenas una semana antes del fin de la guerra. Su madre recibió el telegrama que le informaba de la muerte de Owen el Día del Armisticio.

Dulce y honroso es morir por la patria

Torcidos, como viejos mendigos bajo sus hatos,
Renqueando, tosiendo como brujas, maldecíamos a través del lodo,
Hasta que donde alumbraban las luces de las bengalas nos dimos la vuelta
Y hacia nuestra lejana posición empezamos a caminar afanosamente.
Los hombres marchaban dormidos. Muchos habían perdido sus botas
Pero abrumados avanzaban sobre zapatos de sangre. Todos cojos, todos ciegos; 

Borrachos de fatiga, sordos incluso al silbido de las balas
Que los cansados cañones de calibre 5.9 disparaban detrás de nosotros.

"¡Gas, gas! ¡Rápido, muchachos!"; un éxtasis de desconcierto,
Poniéndonos los toscos casos justo a tiempo;
Pero alguien aún estaba gritando y tropezando
Y ardía retorciéndose, como ahogándose en cal viva...
Borroso, a través de los empañados cristales de la máscara y de la tenue luz verde, 

Como en un mar verde le vi ahogarse.
En todas mis pesadillas, ante mi impotente mirada,
Se desploma boqueando, agonizando, asfixiándose.

Si en algún sofocante sueño tú también puedes caminar
Tras la carreta en la que lo pusimos,
Y mirar sus blancos ojos moviéndose
En su desmayada cara, como un endemoniado.
Si puedes escuchar a cada traqueteo
El gorgoteo de la sangre saliendo de sus destrozados pulmones,
Repugnante como el cáncer, nauseabundo como el vómito
De horrorosas, incurables llagas en lenguas inocentes,
Amigo mio, no volverías a decir con ese alto idealismo
A los ardientes jóvenes sedientos de gloria
La vieja mentira: "Dulce et decorum est pro patria mori".

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