martes, julio 12, 2016

Un sencillo día de verano


Árboles gigantes como predicadores de aldea.
Malas hierbas comentan cómo surgirá el nuevo día,
con la convicción de que no se desea ver menguado
un ápice el poder de su bolsa.

Eléctricos hipócritas 
tranquilizan a los que a su vera se acercan:
pájaros escuálidos,
pollitos de colores,
viejas chonis,
y jóvenes casi sin ánimo ni alma
ni hálito vital ni nada
pero con ganas de devastar 
las catedrales de la especulación 
con un solo megáfono.

Eclécticas esdrújulas esconden su frutal atonía 
ofreciéndose como confeti
para ávidos poetas domingueros.

El runrún metafísico 
caracterizado por una enorme K
que anuncia el paso ciclópeo
de las colonias penitenciarias.

La vecina golpea la pared
que me separa del abismo
como una alfombra.

La calle arde.

2 comentarios:

Ana dijo...

Jajaja. No soy un robot. Encantador poema estival.
Besos

alf ölson dijo...

Puramente descriptivo y un poco encorsetado pero gracioso, tiene algo de respiración maquinal, como si lo hubiera escrito un robot, jeje.