viernes, julio 15, 2016

Verano

Vivo frente a un enorme supermercado
de grandes letras gorditas
que lucen sin agresividad por las noches,
y con pocos libros y memoria alguna
que pierdo al cabo de 10 o 15 páginas.

Hay una ausencia casi absoluta
y preocupante de tráfico.

Cruzan, delante de mi balcón-ventana,
por la rastrojera,
jóvenes con pantalón corto
y tranquilos solitarios árboles bajos
que apenas dan sombra
porque aún no tienen ni tres años.

El cielo azul parece una camisa de fuerza.

Me gusta escribir,
rascarme la cabeza,
mirar por la ventana,
encender y apagar la TV
de manera intermitente,
y pasearme un par de horas
fijándome con cierta discreción
en las personas que encuentro
hasta llegar aquí.

La tarde se me ha echado encima
viendo un video con un discurso de
o hablando con un amigo
que ha vuelto de Nueva York,
o en recordar que debo regar las plantas
de aquellos colegas
que se han marchado
de esta ciudad de mil demonios
lo que me ha dado por pensar
de un tipo que durante el verano
ocupaba por la cara casas vacías y las habitaba
imaginándose otra vida,
o en aquel relato de John Cheever
que recorre
de piscina en piscina
toda su urbanización.
No sé si plantearme esa vida este verano.
Es evidente que no.
Lo difícil será volver a la normalidad:
buscar trabajo, dejar de escribir estupideces
y saber que este verano
pasará otra vez más
de forma inadvertida.

No hay comentarios: