lunes, abril 03, 2017

El humor en España

Primero fueron a por los raperos…
y no le di importancia.
Luego fueron a por los titiriteros
y seguí aquí abotargado
tonto como una pasa-uva
en mi viejo pong.
Luego a por los tuiteros,
nadie consiguió extraerme
del edredón..
Más tarde a por los humoristas,
pero no me reía con ellos
y seguí durmiendo;
a por los poetas,
pero me parecían demasiado alambicados;
a por las amas de casa,
a por la mujer de la limpieza,
a por la licenciada en Biología Marina,
a por el aparejador,
a por la kioskera,
a por la ingeniera,
a por el sátiro,
a por el lector de Kafka,
a por el vendedor de fruta,
y hasta a por el ¡tapiceeero...!
Y yo dije ya, harto,
un día por la mañana
ante tantas idas y venidas
ante tanto trajín
subiendo y bajando escaleras
en el descansillo de mi casa
jodiéndome el fregao:
“Venid a por mí,
venid aquí,
es que no hay españa suficiente,
¿o qué?”,
¾les espeté en mi sillón, en mi casa, frente al televisor, junto al teléfono, en zapatillas de felpa, en calzoncillos, fumándome un trujas, escuchando a Las Vulpes, metiéndome una raya, bebiendo a morro una litrona.
Y les repetí:
“¡Venid a por míííííí!…
los que os habéis apropiado de la defensa de las víctimas…!”.
Y seguía escuchando la radio, odiando a todo quisqui, rascándome los sobacos, oliéndome el culo, tragando grasas polisaturadas, achicharrándome el bigote con un fly, comiéndome la mermelada con los dedos, viendo porno a todas horas, escuchando Radio Clásica, riéndome con Benny Hill…,
y no, no vinieron a por mí,
hasta que me hice una cuenta en Twitter
para denunciar tales idas y venidas en el descansillo de mi casa
deshaciéndome el fregao a todas horas.
Fue ahí, sin ningún género de dudas,
cuando por fin
me sacaron de paseo
a la Audiencia Nacional.
[…]
¡Qué bien me vino el caminar,
qué primavera tan radiante,
qué bien olían las flores,
cómo trotan los potros en el prado,
qué risa la de las plazas populosas,
qué sensibilidad la de los semáforos,
qué bien se desayuna en los bares,
qué tranquilos los viejos en los parques,
qué serenidad en las líneas de horizonte,
qué brillantes los ojos de las captadoras de las Oenegés…!
Y en llegando a la Audiencia Nacional
me dijeron qué es lo que había escrito,
y si yo me consideraba por un Tal.
Yo le dije: “¡Qué cojones, su señoría!”,
“Un respeto” ¾me espeta él.
 “No recuerdo nada, no me consta, no lo sé” ¾acongojonado, contesté.
“Pero parezco gitano, del barrio de La Chelo y soy digno como usted”.
Y díjome de esta guisa:
“Yo le acuso de hacer mofa de las víctimas
y de las víctimas de sus víctimas
y de las víctimas de las víctimas de sus víctimas y de acabar con el victimario y el viático y yo qué sé…!”
Pues si no lo sabe usted, quién lo sabe sino Él.
Él que todo lo sabe y que colgado en un madero
Nos dijo Amáos los unos a los otros
Y las unas a las otras
Y no paséis jamás por audiencias,
Ni partidos, ni congresos,
Ni dentistas, ni usureros…

Allí, recuerdo, lo dejé
y me condenó
un tío con sotana
a 2 años y un día
a las ruinas de la cárcel franquista
de Carabanchel.


No hay comentarios: