lunes, julio 17, 2017

Nada que ver

Me encuentro con una mujer ante uno de los puentes más emblemáticos y antiguos de esta ciudad.
Ella me cuenta que le encanta pasear a estas horas y por este lugar durante el verano pues se siente como si estuviera reviviendo Noches Blancas de Dostoievski, "¿Porque tú la conoces..., la conoces, verdad?". Me pregunta varias veces sin dejarme un instante para que le conteste. "A mí también me gusta, sí, la película y el libro. Una de mis novelas preferidas" -consigo articular finalmente.
"Venía de casa de un amigo", le digo al intentar introducir otra situación pero ella ya no me escucha. Ella pierde su mirada en aquel puente barroco por el que a estas horas apenas pasa gente. Habla de la novela sin hablar de ella, en un diálogo evanescente, condenado desde el principio a no decir nada. Habla, pero ni siquiera ella se escucha. Es una situación realmente muy extraña.
Al fondo respira una terraza con unas cuantas personas. "¿Pero tú vives por aquí cerca, no?". Le contesto que sí, que vivo en la Glorieta de tal y le pregunto que en dónde vive ella y ella me contesta que al otro lado del puente. "Ya, pero por allí... por..., ¿en qué calle vives?". "Uhhhh, ¿para qué quieres saber en qué calle vivo yo?". Y en ese momento me la imagino en su casa. Los dos en la cama, follando. Pero no, nunca me ha gustado y me río ante su contestación. Al final no me dice cuál es su calle. Pienso en dar vueltas por su calle. Seguirla cuando sale del portal. Pero no, no es eso. No la deseo en absoluto y menos para hacerle semejante putada. En el fondo, imagino, por su contestación, por la cara que me pone, recreo en mi cabeza todo lo malo en lo que me pudiera embarcar porque ella piensa que, al decirme su calle, yo, aunque nos conocemos hace años, que soy un pervertido... La miro el escote, su perfil. Y no. Qué tontería haber contestado eso.
"Adiós", me dice con la mano. No tenemos nada que ver con Noches Blancas. En absoluto.

[Corregido, 11 agosto]

No hay comentarios: