sábado, julio 07, 2018

Fermín, el toro.

El toro Fermín no quiere correr los encierros.

El toro Fermín prefiere oler las flores del campo,
perseguir tábanos,
observar a las ovejas
driblar a los perros
corretear por el campo
recién llovido...

El toro Fermín no quiere correr en los encierros.

El toro Fermín juega con sus astados amigos
a escribir palitos en la tierra
a contar las estrellas del cielo
a bufar bromista en la pelea.

El toro Fermín prefiere oler las flores.
Pero llegará un mal día en el que le pique el tábano,
le moleste la oveja,
no drible a los perros
y con furia inusitada surque los campos secos,
bien secos del puro julio
y el hombre exclame:
"Ese es nuestro toro para los encierros,
¡qué bravura, qué pasión, cuánta belleza!".

El toro Fermín no quiso correr el encierro.
Prefería oler las flores del campo
y no cornear al inglés, al francés, al navarrico,
y no cornear al estadounidense, al australiano, al japonés...
y no cornear a la humanidad entera y al mundo entero
como un globo bobo que no se enteró
de que el toro Fermín sólo quiso oler las flores.

(La historia de este texto es muy sencilla. Hace unos 30 años aproximadamente volvíamos en un autobús unos amigos y yo del pueblo de Cazorla, en Jaén. Nos dirigíamos a Linares a tomar el tren y volver a Madrid. En aquel bus nos encontramos con unos estadounidenses. Uno de ellos nos contó una historia que le contaba su padre cuando era muy pequeño para conciliar el sueño. Era la historia de un toro manso al que le gustaban las flores, un toro que era la alegría y la vida. Este toro acabó en la plaza el día en el que le vio el empresario saltar y revolverse, pues le llamó mucho la atención su fuerza y su bravura. Al pobre toro, que era manso como él solo, le había picado un insecto. Esta historia, sin duda alguna, proviene de la realizada por Walt Disney en los años 1930, si mal no recuerdo. Luego lo supe.)

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