Tus manos no te pertenecen.
Tus manos cuando se tocan, no,
no te pertenecen.
Ni siquiera cuando te acaricias el pelo.
No, no te pertenecen,
porque si son racimos de nubes...
No, tampoco te pertenecen.
Tal vez al viento,
sí, al viento, pero...
no, ni siquiera, ni siquiera al viento,
tus manos no te pertenecen.
Ni siquiera a la lluvia,
ni siquiera a la tierra pertenecen.
No.
Tus manos
Sin saber que tú, ¿sí...? que ellas son
libres,
porque cada una de lo que se dice que son partes
cuanto más libres,
¿más bellas?
-ojos, manos, boca, dedos, piernas y...
todo tu cuerpo es bello cuando dejas de habitarlo con el nombre
y libre se muestra y he ahí la belleza
como un cuerpo
como un cuerpo solo
no, ni siquiera,
aún más, aún más libre,
cada parte
una,
y es así cada una...
y que se muestre gesto a gesto uno
y que el aire ocupe
y sea el aire, no, ni siquiera el aire
para qué sino tu cuerpo
para qué sino para ocupar espacio
y ser así
y no pertenecerte.
No, ni siquiera tu cuerpo,
ni siquiera.
Tus manos
Sin saber que tú, ¿sí...? que ellas son
libres,
porque cada una de lo que se dice que son partes
cuanto más libres,
¿más bellas?
-ojos, manos, boca, dedos, piernas y...
todo tu cuerpo es bello cuando dejas de habitarlo con el nombre
y libre se muestra y he ahí la belleza
como un cuerpo
como un cuerpo solo
no, ni siquiera,
aún más, aún más libre,
cada parte
una,
y es así cada una...
y que se muestre gesto a gesto uno
y que el aire ocupe
y sea el aire, no, ni siquiera el aire
para qué sino tu cuerpo
para qué sino para ocupar espacio
y ser así
y no pertenecerte.
No, ni siquiera tu cuerpo,
ni siquiera.
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