Una vez abierta la parte superior del wáter, una vez
separada la tapa superior, una vez que se ha depositado ésta sobre el bidé, se
comprueba que la parte inferior, una vez que se ha dado la vuelta, una vez que
ha pasado el tiempo, toma la apariencia del corcho, parece un trozo de corcho
por el tiempo. Dan ganas de rascarlo, de tocarlo, comprobar que no es corcho
sino porcelana, un gran trozo de porcelana que se ha convertido en corcho y que
ahora tiras al suelo, lo conviertes en bolitas, lo dejas todo perdido con ese
juego absurdo.
Las mañanas se hicieron sangrantes. El horror campaba a sus
anchas. 1980 comenzó a aparecer en el horizonte, el tiempo volvió sobre sí, se
produjo el salto, hubo un error en el proceso Gran-Cósmico. Los habitantes no
supieron huir porque no existía el concepto de huida sino el de absoluta confusión.
¿De entre las peores distopías? Una continua y exacta vuelta a los años 80,
exclusivamente matérica una vez llegado el año 2018, 1 de enero. Nadie podía
alegrarse, ni siquiera los que se consideraban los más nostálgicos, estos,
confundidos, preferían pasar desapercibidos una vez que pasaban los días y comprendían.
Se aburrieron mortalmente de ello porque las cositas modernas también les
resultaban necesarias.
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