jueves, julio 19, 2018

Vuelo en julio

Sé que el sol cae aquí a plomo en el mes de julio.
También sé que la luz lo infecta todo
todo lo cruje y lo reseca,
el asfalto es casi de goma
y los automóviles reverberan
y al arder se transforman en ondas de calor
a lo lejos. Móviles rápidos
de color metálico que nunca despegan.

El silencio ha sido ocupado por las chicharras,
algún que otro pájaro y el monótono zureo de las palomas.

Tírate un rato sobre el suelo, entre la desangrada hierba,
entre el olor a los pinos y sus agujas que se erizan
como cadáveres de líneas nunca descritas;
túmbate y escucha,
y luego piensa cuántas veces has hecho eso antes.
Pero no entres, por favor, en la vastísima melancolía de la infancia.
Escucha en el silencio que te ofrece la tarde
de un julio desnudo, danzando en musicales corpúsculos.
Parece que fuera la primera vez que tuvieras ante ti todo este tiempo,
vasto, sigiloso, tu cuerpo sin un ápice de deseo, de orgullo o resistencia.

En julio cae la luz y ardes de tiempo, e incluso
podría morderte una mosca.


Ávila-Sanchidrián

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