viernes, octubre 05, 2018

Amy Lowell, El jardín de Sevenels

Hoy me gustaría hacer referencia a un poemario, El jardín de Sevenels, de Amy Lowell, del cual realicé una primera lectura nada más comprarlo pero al que no presté demasiado interés o el interés que debía.
Luego, lo rescaté hace muy poco para su venta en LaClandestino pero, en una de esas tardes que presagian ruina, lo retiré de la tela para volverlo a leer. Esta vez me resultó mucho más curioso y me llamó la atención el poema dedicado a Ezra Pound (ya sabéis mi debilidad para con este poeta que fue, según T.S. Elliot, “il miglior fabbro”).
Amy Lowell, según se dice en la introducción de Luzmaría Jiménez Faro, representa la antítesis de Emily Dickinson (ambas nacieron en Massachusetts) en cuanto que Dickinson no obtuvo ningún reconocimiento durante su vida pero forma parte en la actualidad de la poesía universal, todo lo contrario que ha ocurrido con Lowell.
Muchos de los poemas están dedicados al sosiego, la tranquilidad que produce los largos paseos por el campo donde vive, la observación de plantas y flores, y el amor delicado, sereno y radiante que siente por su compañera, y todo ello gracias a un lenguaje sencillo, sin adornos exuberantes que distraigan, concentrado, con un ritmo apacible como el sonido de un arroyo sereno. Es, al fin y al cabo, una representante de aquella corriente estadounidense que se denominó Imaginismo. 
Pero vayamos al principio de la historia vital: el hallazgo de Lowell del Imaginismo, su confluencia con Pound y su posterior desencuentro
Amy Lowell, según se describe al principio de la introducción del libro, leyó un poema de H.D. (Hilda Doolittle) lo que le despertó tal interés que se presentó en Londres desde su Nueva Inglaterra (EE.UU.) dispuesta a conocer esta nueva corriente poética, “con doncella, chofer y con muchos dólares para gastar”, convirtiéndose en lo que pudiera ser no solo parte del impulso creativo sino también parte del impulso económico. Es aquí donde aparece la figura de Ezra Pound, que, al conocerla intentó, embarcado desde hacía tiempo en sus revistas literarias y de apoyo a escritores jóvenes y en ciernes, que subvencionara alguna revista pero Lowell se negó cuando vio que resultaba muy difícil que se autofinanciaran, según relata Noel Stock, en su biografía de Pound (como detallo más adelante). 
Aúno, a partir de ahora, la introducción de Luzmaría con la biografía de Stock porque se lee y se menciona en ambas el "enfrentamiento" entre los dos. Pound, al ver que el movimiento de alguna manera iba a ser rebajado en su calidad por la incorporación de nuevos miembros pero no tan excelentes (Stock), decidió romper con ella y crear otro movimiento, el Vorticismo, sin que antes denominase al movimiento que iba a crear Lowell como “Amygisme”, es decir, algo así como “amiguismo” (página 216 de la biografía de Stock y página 14 del libro reseñado). El editor de Lowell echó más leña al fuego al decir que ella era la gran representante o “figura más llamativa y única” del Imaginismo (Stock). Aquí tacharíamos al editor americano sin duda alguna como un “bocas”. Por otra parte, y continúo con la biografía de Stock, se habla de que Pound no estaba equivocado en la cuestión de los principios o fundamentos literarios del Imaginismo pero sí en su tozudez a la hora de que costeara más el movimiento, pues en una carta de Lowell dirigida a Harriet Monroe, le dice que, y cito de la biografía de Stock: “[Pound] estaba muy inquieto por dirigir el Mercure de France (…)  y se veía claramente que quería ser editor de la citada “Revista” con un salario. Yo tenía que garantizar todo el dinero poniendo lo que me placiera y él dirigiría la revista a su manera. (…) Como no tengo 5.000 dólares anuales para gastármelos en ello, basé mi negativa en ese mismo hecho y resultó muy inoportuno el que al parecer Ezra no lo creyera.”
Seguramente todo lo anterior produjo el poema Astigmatismo, poema que le dedica Lowell así: "A Ezra Pound con mucha amistad y admiración y algunas diferencias de opinión", y donde "rememora" uno de los paseos de Pound con su bastón de “fino y pulido ébano. / (...) madera engastada / (...) incrustaciones de ámbar, / jades, con su verde nebuloso.”. Más adelante en el poema, a medida que camina Pound por el campo y se va encontrando con ciertas flores (dalias, alhelíes, campanillas, etcétera) las va destrozando a bastonazos mientras dice: “Son inútiles. No son rosas” a lo que Lowell contesta “La paz sea contigo, Hermano”, entre otras cosas.
En fin, una curiosa historia entre dos poetas que lucharon por la creatividad en aquellos primeros años del siglo XX.

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