lunes, abril 01, 2019

Adiós al maestro Rafael Sánchez Ferlosio.

Me despido desde aquí con el Maestro porque no pude aquel día en el que le fui a buscar decididamente para charlar un rato, luego de que me diera un ataque de ansiedad por la situación en el curro que tenía entonces. 

Se nos ha ido el bueno de Rafael Sánchez Ferlosio del que vista la última entrevista que le hace ElPaís por su 90 cumpleaños, solo hago que reafirmar sus palabras. La publicidad y la televisión, horrorosa, y no hay más que hablar...  y luego la sacrosanta bien fraguada estupidez en la que se ha convertido la política, que no es otra cosa que la campañita que pagan los grandes empresarios y fortunas para salir cada vez mejor parados en su rapiña y con su bien comida y bebida democracia. Un horror, sí, y encima bastante soso, nacionalcatólico por aquí, neoliberalote por allá, y toda la chusma engullendo mentiras de las que también, seguro, me afectan a mí, me tocan. 

Gracias, Rafael Sánchez Ferlosio. Descanse en paz.


(el texto escrito más abajo es del 3 de marzo de 2015)

Entrevista a Ferlosio, 22 de mayo de 2007


Hace unos días leí un artículo en la prensa internáutica que me llamó mucho la atención porque trataba a una persona a la que yo he tenido la suerte de conocer personalmente en una cafetería en un populoso barrio de Madrid. Se llama Rafael Sánchez Ferlosio. Antes de que le dieran el universal premio Cervantes le vi de la manera más cotidiana posible: tomándose un café, o lo que se dice desayunando. En un primer momento me quedé muy sorprendido y pensé: "No..., ¡qué va a ser Ferlosio!". Así que seguí en lo mío. Por aquel entonces era encuestador-entrevistador en una empresa de estudios de mercado. Atendía a señoras y señores, jóvenes y jóvenas... niños, e incluso encuesté, en una ocasión al nieto de Martín De Riquer (la señora que iba con él me lo confirmó y el chico pasó por encima de mis palabras, ¡vamos!, que no le dio importancia quién era o quién dejaba de ser su abuelo, es evidente).
Pues estaba debatiendo conmigo mismo si era o no Ferlosio en aquella cafetería de barra de aluminio y de raigambre barrial que conservaba su encanto y su pureza, cuando del carro de la compra aquel señor comenzó a extraer un periódico tras otro. Curioso de mí, me acerqué un poco para ver qué papeles eran esos cuando descubrí que era un Le Monde,un Herald Tribune, un Corriere, y no quiero ser excesivo pero no sé si llegué a ver uno alemán también... fue entonces ahí cuando supe que era, sin duda alguna, Ferlosio. Pero yo, tan tímido y tan absurdo, no me dirigí a él. De hecho una amiga y compañera de curro, un remolino de persona, punkarra a la que tengo en mi corazón porque es buena gente, lo preguntó días después en la barra de aquel bar luego de haberle comentado yo a ella el suceso, y fue así como se lo confirmaron, habló con él y me dijo que era una persona muy maja y muy simpática y que debía pedirle una colaboración para una revista que hacía yo por aquel entonces. Y fue así como un día que me tocó currar con ella, Ferlosio al ver a mi querida compañera se animó y entró a saludarla a la salita y a charlar con ella. Yo le saludé también y seguí con el trabajo, con ganas de hablarle, por supuesto, pero, ¡bueno!, así es la verguenza, que ni da de comer, ni almuerza.

Pues en esas estoy que de vez en cuando me llegan noticias de Chicho, su hermano ya fallecido, y de él, y, como decía, he descubierto, según parece por lo que escribe el autor, la afición de Ferlosio por las anfetas en este artículo (pinchad en el enlace si queréis leerlo completo) que dice así, y entresaco un párrafo: “Cuando me encerraba no quería ver a nadie. Un verano, en que me quedé solo en Madrid, llegué incluso a arrancar el cable del teléfono. El sistema era así: me quedaba una media de cuatro días con sus cuatro noches en sesión continua de lecturas y escrituras gramaticales; al final caía redondo y me dormía profundamente durante 24 o más horas, salvo uno o dos brevísimos despertarse para comer y beber y con una maravillosa bajada de tensión… Nunca me lo he pasado mejor que aquellos quince años”.

Y me descojono, porque a esto se le llama pasión por la ciencia, por la literatura y por la vida, aparte de reírse de la industria editorial de este país más preocupado en hacer libros-basura (trashbooks) que no best-seller, que no llegan a eso ni siquiera, porque no estarían detrás de su puerta los editores dándole el coñazo para que escribiera otra novela y otra y otra más. ¡Pues donde no hay, no hay, hombre! Que hacer una buena novela, un buen libro no es enchufar la máquina de hacer chorizos, que en vez de editores tenemos charcuteros, ¡joder!, y no hablo de editores medianos y pequeños sino de los grandes, joder, ¡los grandes!, es un negocio de charcuteros (y que me disculpen los charcuteros, entiéndanme, que todo tiene su arte) y me dirán: "Hombre, majo, es que hay que comer", pues ¡coméos las resmas de papel que tiráis a la basura con sandeces...!
Por otra parte me hace mucha gracia de lo ya tan conocido y lo que es historia familiar: que si su padre era Sánchez Mazas uno de los fundadores de Falange, que si Jose Antonio, que si tal y que si cual. Bueno, pero ya veis, afortunadamente puede uno vivir la vida como quiere y si un cretino quiere seguir viendo lo que no hay, es decir, franquismo y muerte por todos lados, pues qué quieres que te diga. ¿O es que acaso tenemos la culpa de nacer donde hemos nacido? Sobrados ejemplos han dado ya los Ferlosio como los Panero por su padre, o me voy incluso a Torrente Malvido por el suyo de que las etiquetas en este caso son repugnantes, ignorantes y malvadas. Pues eso, a leer. (Por supuesto que no me refiero al autor del artículo. No me da la sensación en ningún momento de que vaya detrás de hacer sangre con su pasado familiar).

(Para leer la entrevista a Ferlosio -la foto superior que recoge la imagen de RSF y la portada del periódico, la hice yo- pincha AQUÍ)

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