martes, mayo 19, 2020

Maxi Rey, el gran poeta de la generosidad

El pasado domingo nos enterábamos de la muerte del bueno de Maxi Rey, un poeta, camarógrafo, señor de cámara al hombro, trípode en ristre y taxi corredor para plantarse allí donde estuviera sucediendo la poesía, la tertulia, el encuentro. 
Nuestro querido Maxi, profesor de instituto que sacaba de su bolsillo para apoyar revistas, proyectos, sueños de chavales que hacían de sus letras una posibilidad. El que invitaba a su casa a charlas sobre lo que acontece en la calle y en la vida. EL que recita a Samuel Beckett entre susurros al micrófono. El involucrado con la belleza. Era natural, siempre con una sonrisa, un ademán amable y su copita de vino blanco. Le encantaban las aceitunas verdes, esas aceitunas que yo le serví algunas veces con todo el cariño y el agradecimiento de que estuviera ahí compartiendo su cámara, su energía, sus ganas de estar siempre haciendo por los demás, posibilitando. El que se vio sorprendido con lo que unos muchachos montaban al presentar una revista en aquel Getafe de los casi 90, una revista hecha de basura, de hombres-basura, en un espacio sin reservas. Un Maxi que sabía, para el que solo me queda el agradecimiento de haberte conocido, quien me tiene recogido en un video en el Badulake (ahora la Noche Boca Arriba).


Gracias, Maxi. 

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