jueves, octubre 29, 2009

Juancar

¡Juancar!, ¡Juancar!
... y Juancar no aparecía. Cinco, diez, quince, treinta veces he oído a una tipa llamar a Juancar esta noche a la 1 de la mañana.
... no sabía si era su perro o uno que andaba por ahí tumbos o que se había escondido o que se había tumbado en mitad de la calle y ella estuviera tirando de él para que se levantase o que...
¡Juancar, Juancar!
... y Juancar no es nadie.
Decido levantarme de la cama y salir a buscar a Juancar. ¿Dónde está Juancar? ¿Alguien ha visto a Juancar? ¿Saben algo de Juancar?
Nadie sabe nada.
Me acodo en la terraza y observo a alguien al otro lado de la calle, en otra terraza, pero no es la mujer que dice "juancar" continuamente cada 15 segundos. Miopía.
Bajo la mirada. Hay una mujer que se acerca a un coche blanco. Rubia de bote veo que lleva prendida en el pelo una diadema plateada.
-Juancar, tío que te estoy llamando... Juancar... ábreme.
Al rato, Juancar abre la puerta del coche y le tira una botella. Pero no es una botella. No, no es una botella la que ha estallado en el suelo de la calle. La mujer ha golpeado con una piedra uno de los cristales de atrás, el cortavientos, y lo ha destrozado.
Juancar abre la puerta del coche. Juancar es un brazo y una pierna, una patada, que asoman cuando se abre la puerta del coche.
Ella entonces recula pero le arroja un brazo y Juancar intenta cerrar la puerta.
-Pero dame un cigarro, que me des un cigarro...
Juancar no quiere salir del coche. Juancar, Juancar dame un cigarro. Y ella intenta agarrar la puerta y Juancar intenta cerrarla.
-... ¡pero que me des un cigarro!
Juancar se revuelve dentro del coche y cierra la puerta.
Al rato llega la policía. Y Juancar y la rubia no sé si siguen en el coche. Me importa una mierda, ni me levanto.

No hay comentarios: