miércoles, enero 30, 2013

Otra reflexión más

La publicidad me molesta; sí, aquella que se puede definir como moscas volantes en los ojos de la pantalla. Han invadido convenientemente todas las partes del blog por lo que he decidido investigar por internés e instalado un programa (un programita más en el ordenador, qué se le va a hacer) para que arranque de cuajo ese nido de cookies que hay en alguna parte del sistema.
En el mundo debe haber majaderos, buenos majaderos. Siempre que visito la página de Mikel Urmeneta (el loco que se pensaba majadero) me acuerdo de esta bonita y brillante palabra: "majadero". No es que no necesite publicidad Mikel, porque es publicista y vive en NY, ahí es nada, pero me hace pasar de vez en cuando un buen rato. Para locos, muchos amigos míos. Para majaderos, también. Amigos y amigas. Recuerdo que antes estaba más loco, pero aún conservo mi propio nido de loco. Me tengo que cortar las uñas.
Ayer anduve en una biblioteca donde se tiene que estudiar "dabuten" (lo pongo entrecomillas porque es una palabra ochentera y me sigue molando, que conste). Tenía silloncitos muy recoletos que se enfrentaban a un ventanal rectangular desde el suelo hasta el cielo. Álamos blancos y frescura invernal, eso es lo que se veía fuera. El sol que enciende y apaga nuestro calor una vez estamos "on" y "off". Iluminados o no. Un lugar donde fui a buscar algo bueno de Spinoza y encontré su correspondencia. Un tío majo del siglo XVII que se enrollaba como cualquier "hereje" (o que practica el humanísimo placer de la exigencia con uno mismo, de su "elección", como me dijo anoche Maya). Un hombre que decidió dudar en el momento en el que otro tipo, como Descartes, lo hizo moda. La duda metódica. Sí. Spinoza se enrollaba con todo el mundo a discutir y a debatir sobre Dios, el ser humano y su ética, la duda que le despertaban los escritos del Antiguo Testamento, etctétera. Seguramente, si estuviera entre nosotros, discutiría con los trolls que le aparecerían en su blog. Y además muy independiente, rechazando las ayudas de la nobleza interesada en su trabajo o de universidades que le ofrecían trabajo porque bien pudieran influirle posteriormente o bien porque le reclamaban cierta discreción  a la hora de hablar de un tema más o menos peliagudo en sus clases.
En fin, un lugar para la reflexión, tanto sus libros como la biblioteca.  

1 comentario:

Æ dijo...

Otra lectura más. ;-)