jueves, enero 23, 2014

Rosalía sigue escribiendo

Hace un par de años un señor enjuto, de afilados rasgos, de pelo corto y ojos aguanosos y nerviosos, con gafas de alambre y redondas, entraba en un vagón de metrodemadridinforma y recitaba, pidiendo antes con una voz pequeña y muy fina, permiso para recitar unos versos de la inmortal Rosalía de Castro. El vagón estaba en silencio y él aprovechaba para comenzar el "Adiós ríos/adiós fontes/adiós regatos pequenos...". En su parlamento del principio nos advertía con su voz pequeña, casi minúscula pero audible, que iba a recitarlos primero en gallego y luego, a continuación, en castellano. La primera vez que lo vi y que escuché lo que iba a decir y cómo recitó, brotaron en mí una mezcla de sensaciones cercanas al entusiasmo y a la verdad, a lo increíble que puede ser cualquier día en cualquier lugar sólo porque se le ponga en las narices a un tipo el entrar en un vagón, quedarse mirando desde un extremo a los viajeros con ojos pequeños y advertir a los que allí nos encontramos que, para ganarse unas monedas, va a recitar una de las obras cumbres de la literatura gallega. Así.
Ahora me encuentro conque Rosalía dicen que sigue escribiendo. Es lo que les suele ocurrir a ciertos poetas, como por ejemplo a Pessoa o a Javier Egea, y si existen intereses familiares y editoriales de por medio el escritor o escritora se convierte en inmortal (otro tipo de "inmortalidad", me atrevería a decir) porque luego de un siglo o más se le puede llegar a encontrar un manuscrito o hasta libros enteros. Cito el principio del artículo: A su muerte, en 1885, Rosalía de Castro mandó a sus hijas quemar todos sus manuscritos, orden que ellas cumplieron con diligencia (ganándose, cuando Manuel Murguía volvió a casa y advirtió el montón de cenizas humeantes, la recriminación paterna: “¡Habéis quemado la gloria de ella y la fortuna vuestra!”).
En fin, Fortuna familiar que es de lo que se trata, que la Gloria ya se la lleva la persona que ha decidido hacer de su casa el canto. Y sí, la poesía no da dinero, pues la poesía al igual que el dinero, no se come, pero en el primer caso, en el de la poesía, nutre y alimenta.
(Y ahora me da la gana de dedicársela a aquellos que abandonan este país buscando, no la fortuna, sino el digno sustento, porque no sé por qué me da que pensar que este país ha sido secuestrado por unas familias mucho tiempo en la sombra pero en las élites y que lo han convertido en su cortijo, con su cacique, su cura y su Frascuelo, joder, y su María). 

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