martes, mayo 17, 2016

Diario de un poeta recién parado

¿Parado? Oh, no, musas del averno. Nunca.
Me he levantado un poco más tarde de lo habitual, pro no mucho más tarde. He ojeado las alertas de Google. He colgado algunas en Facebook. He puesto música Fusion Lounge. He recogido la habitación. He fregado los platos.
La nueva película de Jarmusch nos habla de W. C. Williams o un trasunto de él. (Qué poco me gusta esta palabra). Por lo que he leído, Jodorowsky ha hecho otra que me parece otra vuelta de más a su egolatría. Prefiero a Arrabal.
Dos días antes de cumplir 45 me mandaron un mail en el que me comunicaban mi cese de actividad para con la empresa (para decirlo así, por decirlo yo así, quiero decirlo así) como si me hubieran conocido hace un par de días cuando llevo 5 añitos, que se dice pronto, trabajando con ellos. Todo un detalle. Ahora escribo este Diario que no sé cuánto durará, supongo que sólo hoy, como ocurre con las cosas que empiezo sin mucha fe. Desde hace tiempo vengo pensando que se generan llamaditas a la ausencia de trabajo remunerado para la "recreación" de uno mismo, pero hay demasiadas mierdas de autoconfianza pululando por ahí, hay demasiado "comodoticio", además no quiero venderme, ni me sé vender porque cuando lo he hecho mi cara se ha vuelto contra mí para devolverme un rostro que no era el mío, a pesar del placer que pudiera producrime estar vendiéndome como el que más. Ahí dejo la metáfora.

Voy a contaros mi vida,
soy poeta,
me puedo desnudar.
He de desnudarme.
Lo hago.
Me tenéis que soportar.
¿Qué mas queréis?
No sirvo para ser un beatnik de
jolgorio en parque o plaza.
Ginsberg, sálvanos de los nuevos beatniks.
Ginsberg, deja de pasar papelitos detrás de Bob Dylan
y sálvanos a los que creemos en las barbas sin barba,
en los pelos largos sin filtro,
en la policía sin policías.
Ginsberg, sé que nos dejaste hace tiempo,
pero tus gafas, pero tus ojos,
pero tu boca carnosa, pero tus orejas
(¿nadie conoce ya tus orejas?),
serán capaces de decirnos, ¡basta, hermano!,
aquí tienes tu propia palanca
para extraer tu luminosa alma,
utilízala, como un calzador de luz,
la usaré y las bellas mujeres maduras
que no te conocieron cuando aún pisabas el mundo
me amarán, o no, pero yo les diré,
una noche en un bar junto a un café y una bonita conversación,
"vente conmigo, deseo abrazarte lo que queda de noche".

No hay comentarios: