domingo, noviembre 27, 2016

Loopers

Aquel cuento en el que se narra el encuentro entre el Borges viejo y el Borges joven sentados en un banco de Buenos Aires se produce como solo el cine puede hacerlo: en una cafetería american dinner (definámoslas así, se me ocurre, pues seguramente tienen un nombre característico y yo no caigo en la cuenta) en una ciudad del futuro en la que actúan una serie de personas como los loopers que se encargan de eliminar a determinadas personas que han sido "transportadas" por una máquina del tiempo hasta el mismo tiempo-espacio de los susodichos loopers.
Por física teórica se sabe que transportar a una persona de un tiempo a otro supone el uso de una energía superior a la energía que se utiliza en un acelerador de partículas, por lo que en la película se dice que las grandes corporaciones disponen de ella. Pero por otra parte están las palabras del gran S. Hawking sobre los viajes en el tiempo que nos aclaran que si esto se hubiera producido ya, es decir, la existencia de máquinas de tiempo en el fututo, se producirían auténticas hordas de turistas temporales (evidentemente se trataría de los más multimillonarios) al presente... pero pongámonos en el caso de que ese derroche de energía que se debe utilizar es proporcional a que cada átomo del "paquete" debe corresponderse con el uso de una energía determinada, esas hordas se convertirían en unos poco individuos con muy poco equipaje.
Volviendo a lo anterior, y a los loopers y de cómo estas películas tienen un mínimo de asesoraminto científico, de hecho todas las películas que se precien precisan de una mínima documentación, el hombre venido del futuro solo tiene una nebulosa de eventualidades en su cabeza nada que ver con lo que pueden ser recuerdos.
Por otra parte no sé qué estoy haciendo hablando de esto cuando podría escribir sobre Rita, Leonard Cohen, Marcos Ana o Fidel Castro. El siglo XX está acabando.

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