Creía que comenzaba una película pero la voz era inconfundible y sus pausas, entonación y tranquilidad a la hora de exponer sus pensamientos, evidente.

En La línea de sombra se desarrollan multitud de historias. Una de ellas, la camisa de su hermano, una camisa con dobleces, acostada sobre el asfalto, sucia, me recordó a su vez la camisa impoluta pero opuesta a la anterior: iluminada, recia en sus aristas, sin dobleces, portada de Cuadernos del Matemático ("Un hombre con la camisa muy limpia no es honrado", añade el propio A. García-Alix en la parte inferior de la fotografía) y donde se dieron cita también los poemas en una separata de El Ángel, un ser que pasó de puntillas en su momento en el panorama literario y que luego, afortunadamente, fue reivindicado por esta revista que ha dado asilo y ha acogido tanto a inéditos como a grandes y primeras figuras del quehacer de las letras. También se nombró al bueno de Quico Rivas, al que tuve la suerte de conocer, y de quien recuerdo sus trabajos -en la exposición organizada si mal no me equivoco por los rebeldes y, si me permitís, necesarios amigos de la revista Vacaciones en Polonia en la galería Cruce-, Los correctores, o mucho antes, la creación de la revista libertaria Refractor o la Huelga de Artistas como protesta ante la infame segunda guerra del Golfo.
En fin, multitud de historias me fueron asaltando la memoria mientras escuchaba las palabras de A. García-Alix, mientras aparecían sus fotografías, los momentos de su trabajo cotidiano, sus confidencias a cámara... Un placer, de nuevo, sin duda alguna. No os perdáis este trozo de vida.
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