Llevo todo el santo día sin dar ni palo al agua en el trabajo
y me aburre todo, absolutamente todo,
hasta comer me aburre
el féisbuc
hasta el kilo de mandarinas que he comprado me aburre
además no están ácidas como me gustan a mí ácidas
y el calendario que ha hecho un compa no vale ni para metérselo por el culo
hasta los dos auriculares que me he comprado en los chinos
(no he visto a la Dama de Shangai, hoy no he visto a la Dama de Shangai, la llamo así porque lleva un tocado de peluquería espléndido y sus ojos se van a poner a cantar de un momento a otro los tiene muy grandes y pertenece a la realeza de algún lugar del Imperio
y debe de tener cincuentaymuchos años a lo sumo y tuvo que salir de najas de su país perseguida por algún kublaykhan ciego de muralla china y esplendor de hierba bajo un manto de seda de rocío a las cinco de la mañana y fue amante de Li Po en su primera reencarnación y dice que le quedan mal todos los kimonos a pesar de su cuerpo de jade tan precioso como aquella pieza de 4000 a. C. del British Museum -pues por eso mi joven amigo occidental- y fumaría en largas boquillas si yo se lo propusiera y me sentaría junto a ella para que solo, de vez en cuando, me sonriera y volviera a su delicadísima sobriedad oriental alimentada de años de rojos otoñales, y me volviera a sonreír mientras fuma y fuma en una boquilla de nácar negro -la consiguió por unos poco yuanes... me hace gracia decir que diga yuanes- hasta que yo le dijera que debo marcharme a casa, mi hora es llegada, y entonces ella se quedaría suavemente observando cómo disminuye la luz y crece su nostalgia y crece su nostalgia en sus dos ojos enormes, sabe que aquí lo único que le recuerda a su infancia es cómo muere la luz entre las esquinas de esta tienda)
hasta imaginar que me encuentro con una mujer a la que le han arrancado de cuajo su matria
y le han tirado como se tira a alguien por las escaleras a este suelo
y llevo oyendo a Los Planetas toda la santa mañana que es cuando me quiero hacer un poco de daño -un poco de pupa como dice Tomaso- y así escribir un poco, me duele la cabeza tengo ganas de beberme una cerveza de un trago y escucho como tú estás tan lejos aunque no me apetece nada ir hasta allí y mejor nunca darme a conocer.
Tal vez esta noche escriba algo para vosotros cuando vuelva a casa completamente borracho cuando ya nadie me dirija la palabra porque a nadie pueda escuchar porque esté muy cansado y me caiga un par de veces y acabe en un banco sintiendo como nada tiene sentido cuando te sientes que estás muerto y que sigues caminando y solo pueda escribir y cargarme otra pastilla del teclado y no sé por qué te empeñas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario