Poema eléctrico
2111 personas a lo largo y ancho del andén
aguardan la llegada del vagón.
Frente a mí, y siguiendo el compás
de la música que trastorna mis oídos,
surge Allen Ginsberg
con enormes zapatos de avellana.
Cuelgan de sus manos bolsas de la compra
y viste una amplia camiseta en la que se escribió
“Amo a la Gran Paranoia”
-bolsas que se encuentran dispuestas a romperse
y verter de inmediato el contenido
en cientos, miles, minúsculos papelitos de confeti
que se aventarán en conveniencia
y tocarán la cara de todos
como si fueran ese limpio soplo que en el Todo se reúne.
(No sé si casualmente / por error / con intención oculta / con ánimo de juego o farsa ilusa
mi despertador esta mañana no ha chillado “iggy pop search and destroy”
-poco destroy para tanto search-
pero justo enfrente del kiosko de la ONCE
se encontraban Riqueni, un personaje de Lavapiés y detrás de estos,
un par de pies negros sonrientes que seguro que han reconocido de inmediato al maestro.)
2 comentarios:
Riqueni, ¿el guitarrista?,
ves mucho personaje últimamente.
y yo te vi sombrío (en el reflex).
mercedes
Sí, el gran Riqueni. A quien veo de vez en cuando paseando por el barrio.
Un abrazo,
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