martes, mayo 31, 2011

Nulla dies sine linea

Mi padre me dice que por qué no soy funcionario habiendo estudiado un carrera. Está hinchado, le ha dado un subidón de azúcar esta mañana y está bien jodido. Hinchado y jodido. No hace ni puto caso a los médicos y mi madre me explica que se va a volver loca un día de éstos porque anda siempre detrás de mi padre para que no coma a todas horas. Para que se deje de saltar la mierda esa de la insulina y deje de hacer caso omiso de los médicos.
La miro y pienso que si ha llegado a los setenta años, ha cuidado, educado, limpiado el culo y dado de comer a siete hijos y ahora, encima, es capaz de contarme esto, está claro que no se va a volver loca. No, no se va a volver loca. O sí, yo qué sé. Mi padre sigue con lo del funcionariado de los cojones. Le digo que podríamos ser en este país 20 millones de funcionarios... Sí, tiene toda la razón del mundo. Así, por ejemplo, algo nos tocaría cuando deciden vender Telefónica. O saldar la Tve. Acaban de echar a la calle esta mañana a tres compañeros de mi curro de un día para otro. A unos nos han dado una explicación, a los compañeros les han "tranquilizado" con otra. Diferentes informaciones = algo que ocultar. La ecuación es simple.
Hazte funcionario. Ya no quedan plazas. Me voy a hacer madero. No soy tan joven. Vete a vivir al campo como los jipis del pueblo de mi padre. Márchate de Expaña, Madrileños por el mundo. Date trabajo a ti mismo. Ocupa una plaza y monta un chiringuito. Que nadie te eche de tu casa. No pagues al banco la hipoteca, ni el alquiler al casero. Monta una cooperativa... un hombre sale con un pimiento rojo en la mano. Detrás, las matas. Explica con el pimiento en la mano que ha tenido que despedir a sus empleados unos días porque no hay trabajo por culpa de eso de Alemania. Imagino que todos son autónomos. La fuerza de trabajo. Esclavos, sin prestación de ningún tipo. Los "mercados" operan con todo, incluso con los alimentos de primera necesidad, lo he visto en la tele, lo ha dicho a un economista con tics nerviosos. (¿Cuántas veces hay que beber agua para tragarse el sapo que tenía en la garganta Felip Puig?) ¿Volvemos a la Edad Media? Monta tu propia empresa, tú mismo, y cuando llegues a viejo revienta en la puerta de un hospital o frente a un comedor social. Tus hijos te ayudarán a morir mejor, no tengo hijos, jódete. Jódete tú, no yo no que mis hijos y mis nietos ya tienen de sobra con lo que te he sacado a ti y a tus descendientes. No hay Marqués de Sade en al Bastilla. Llega la izquierda de nuevo a Italia. Otro nuevo escaparate, hasta que alguien lo vuelva romper y se lleve lo que hay dentro. Un enorme escaparte en venta, eso es lo que es Europa. Un chino, en su tienda de chino, le dice a un blanco maleducado que va acompañado de sus hijos: "Algún día tus hijos trabajarán para mí". No hay nada más sencillo que eso. Clarividente.
Ayer anduve de aquí para allá con una tranquilidad que no disfutaba desde hace mucho tiempo, sin ansiedades y sin historias. Había interiorizado, no sé si equivocadamente, las palabras de García Calvo, de "No hay Futuro", "Los jóvenes no tenemos Futuro". Yo ya no soy joven. El Estado, el Poder quiere que pienses, que te hagas con un futuro porque sabe perfectamente que ese Futuro le pertenece a él... (no te jode, García Calvo funcionario jubilado catedrático cobrando una pasta ya podrá)... pero sí, tiene razón, no formemos parte del Futuro del Poder. Vivamos el Presente pero el presente no como irresponsabilidad sino como conciencia total y absoluta del ser ahora, seres autónomos, completos. La pesada carga de qué haré, seré, veré mañana, hacer planes, planes y más planes. La ansiedad como la correspondencia que se ha de establecer con algo que no está dentro de ti, que no te pertenece, que no has querido digerir, que no sabes que ni siquiera te conviene. La necesidad de ser en todo lo que te rodea para no ser en ti mismo, de tragar lo que se agita en torno a ti, la necesidad de ocupar e intentar disfrutar del tiempo antes de volver al trabajo o volver a dormir o volver a buscra trabajo o volver a sentirse en un cuerpo que no es el de uno porque quiere ser otro y el de allí y el de nadie.     
Sí, en las últimas cartas escritas a su madre, Arthur Rimbaud le decía que respecto a ¿su hermaño? ¿un familiar? que se dejase de tonterías y que se buscase un buen trabajo, una buena mujer, que no hiciera el bobo como él lo hizo, que no perdiese su vida en ¿enfrentarse a la sociedad, a la ley...? Lo cierto es que la carta la vi y leí, su traducción, en una fantástica expo en La Casa Encendida, hace un tiempo, no sé, unos años.

2 comentarios:

Jose Luis dijo...

esto es muy bueno flopez, necesito madurarlo, un abrazo.

Miguel Merino dijo...

Me ha encantado, ölson. Magnífica prosa embutida y a chorro diciendo lo que hay. Gracias.