¿Para qué olvidar? Toda la debilidad del mundo concentrada para ti.
O toda la fuerza, uno nunca lo sabe. Amén.
Desde el otro lado del océano: "Le he ofrecido un cigarrillo y me lo ha aceptado.
Él fuma negro. Es un buen presagio".
***
Los chicos subían y bajaban alrededor del Gran Ahorcado, del ángel infeliz, del rebelde.
Avanzaban en vueltas y revueltas.
Maravillosa y tranquila la tarde. Más bien, ligero el aire del este, ¡quién lo sabe!
Los chicos se movían de arriba abajo, sobre sus tablas.
Caracoleos y cabriolas,
evitando a todo el mundo que tuviera un color,
una marcha, un movimiento...
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