jueves, septiembre 27, 2018

Me pregunto

Me pregunto cuántos lorcas silenciados
cuántos machados, cuántos vallejos
mueren diariamente en las calles,
desahuciados, presas del miedo y de la angustia,
de las enfermedades psiquiátricas,
de los rechazos, los insultos, amenazas;
cuántos mozart, cuántos rembrandt, cuántos van-gogh,
y cuántos don nadie habrán de morir en la máquina-sin-nombre,
sin piel, ni herida-cicatriz o corazón,
en la máquina del crujido y del terror,
de la codicia y de la usura de unos pocos,
ajenos al grito insonoro de la sola vida;
cuántas guerras civiles, cuántas guerras entre pueblos,
entre estados y fronteras, entre clanes,
mafias, familias y miserias de nombres rimbombantes
y de gallinas que se matan estúpidas en vías del centro
mientras se ajustan un honor de tatuaje miserable;
seres y seres humanos, millones de seres humanos
han de ser destrozados para que la máquina-sin-nombre
siga tragando insaciable,
enarbolando la guerra universal económica,
enarbolando la única bandera del asesinato,
y de la condena, una vez que has nacido,
a la vida de macabro futuro y de peor presente...

El rodillo continuo, en el absoluto silencio de la desesperación
y la locura, avanza continuo, sin nombre, sin corazón, sin sangre,
desesperado por alcanzar la mayor de sus conquistas.


*                       *                      *

Ha caído una breve tormenta sobre Madrid. Estoy a salvo. Escribiendo esto que pretendía ser en un principio una crítica literaria a un libro de poemas de Levine. Ha surgido así, tal vez se me ha cruzado el nombre de Lorca en la cabeza y ha hecho un extraño contacto en mi cabeza. Las sirenas de la policía, el sonido de mar artificial y neumático de los coches que circulan por la vía, el cielo azul que ya se extiende de nuevo pero al que han llegado las primeras sombras de la noche que empieza a caer...

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