cuántos machados, cuántos vallejos
mueren diariamente en las calles,
desahuciados, presas del miedo y de la angustia,
de las enfermedades psiquiátricas,
de los rechazos, los insultos, amenazas;
cuántos mozart, cuántos rembrandt, cuántos van-gogh,
y cuántos don nadie habrán de morir en la máquina-sin-nombre,
sin piel, ni herida-cicatriz o corazón,
en la máquina del crujido y del terror,
de la codicia y de la usura de unos pocos,
ajenos al grito insonoro de la sola vida;
cuántas guerras civiles, cuántas guerras entre pueblos,
entre estados y fronteras, entre clanes,
mafias, familias y miserias de nombres rimbombantes
y de gallinas que se matan estúpidas en vías del centro
mientras se ajustan un honor de tatuaje miserable;
seres y seres humanos, millones de seres humanos
han de ser destrozados para que la máquina-sin-nombre
siga tragando insaciable,
enarbolando la guerra universal económica,
enarbolando la única bandera del asesinato,
y de la condena, una vez que has nacido,
a la vida de macabro futuro y de peor presente...
El rodillo continuo, en el absoluto silencio de la desesperación
y la locura, avanza continuo, sin nombre, sin corazón, sin sangre,
desesperado por alcanzar la mayor de sus conquistas.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario