El otro día estuve hojeando el herbario de la gran Emily.
Un descubrimiento que no deja de entrañarnos una sensación de austeridad y belleza, de grises y cálidos... Una mujer que pacientemente elaboró con una dedicación tan lejana a nuestras, creo, habituales y ansiosas tareas, para luego apenas pasar por la vida como los pétalos de esta caléndula sobre el verde tapiz del bosque, a principios de la primavera, una vez que los dedos de Emily la acaban de recoger para su libro.
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