El señor Tómatelo-en-serio y sus tristes capsulitas de color
marrón ceniza
sus pequeños ojos de vivaracha víbora
sus manos-manecillas resecas de tanto sol sobre la herrumbre
de sus venillas
Señor Tómatelo-en-serio y sus diminutas dudas que explotan
como achaparraditos insectos
entre sus uñas de ónice
me contó el otro día mientras descansaba de un ajedrezado
día de caballo torre alfil por torre
qué:
“Me hurgo las narices, extraigo petróleo, ellos se ponen
súper contentos, trabajan más para mí,
disciplinados empiezan a mirar mal a su semejantes cuando lo
que extraigo de mis narices no les gusta demasiado a sus semejantes a sus
semejantes a sus semejantes
siglo por siglo mi reloj de cuco no mi reloj de sol mi reloj
de cuco no mi reloj de sol
pues ellos prefieren el sol pues
pues ellos prefieren sus pies pues
no lo que uno como yo se extrae de las narices para
proporcionar petróleo o plástico,
uranio o polímero”.
Grata conversación con el señor Tómatelo-en-serio, inocente
señor
, ignorante señor ,
el solo quiere a su reloj de cuco.
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